sábado, 25 de abril de 2009

Algunas cositas de foto fija.













Solo por gusto, un par de fotos de una fotografa que me parece brillante. A mi gusto, la maga de la foto fija: Annie Leibovitz.
Empezó en Rolling Stone (le sacó la famosa foto a Lennon desnudo en la cama abrazado a Yoko), pasó a Vanity Fair, y hoy hace fotos para casi cualquier cosa, y están siempre buenas.
Salutti.





viernes, 17 de abril de 2009

Coreografía digital: la realización de “Bailarina en la oscuridad”


Coreografía digital: la realización de “Bailarina en la oscuridad”

Cuando el Director de Fotografía Robby Müller trabajó por primera vez con el director Lars Von Trier en “Contra viento y marea“ (“Breaking the waves”, 1996), tuvo que hacer caso omiso a casi todo lo que había aprendido sobre la Dirección de Fotografía. El film fue casi enteramente filmado con luz natural, sin darle una demasiada importancia a que las exposiciones tuvieran una continuidad toma tras toma. En la visión de Von Trier, con el espíritu del Dogma 95, se evitaron las consideraciones estéticas tradicionales de iluminación y composición. Inclusive la “sintaxis” de la película –continuidad, dirección en la pantalla y eje- fue deliberadamente ignorada. Con el fin de remover cualquier sentido de suavidad hollywoodense, “Contra viento y marea“ fue transferida de film a D1 y viceversa, con el propósito expreso de degradar la imagen en el producto final.
Este método de trabajo estaba en contra de todas las doctrinas que Müller poseía, pero estaba intrigado por el acercamiento de Von Trier y la apasionada postura del director contra la narración cinematográfica tradicional. Se le pidió “arrojar toda idea preconcebida sobre lo que es ser un Director de Fotografía”, dice. “Creo que es una cosa importante para hacer de vez en cuando.”
Cuando se le ofreció a Müller hacer “Bailarina en la oscuridad”, se dio cuenta que el proyecto requeriría una desviación de los métodos que había desarrollado a través de su carrera. La película cuenta la historia de Selma, una humilde mujer checa (Björk), su hijo y su magra existencia en un ambiente rural en los Estados Unidos de mediados del siglo XX. La idea era combinar dos estilos diferentes de realización para ilustrar la dicotomía entre las realidades de la miserable vida del personaje principal y su lujosa vida interior inspirada en los viejos musicales en Technicolor.
Se había determinado que todo el film se grabaría en video digital, y que cada secuencia musical se representaría de manera ininterrumpida –en una toma, de ser posible- y sería cubierta por 100 cámaras simultáneamente. Para Müller, esto representó un desvío aún mayor en cuanto a los requerimientos tradicionales de ser un DF. “Me siento tan atraído por la manera de contar de Lars,” dice Müller, “que sentí que debía aceptar este desafío.” Müller, quien grabó una parte de “Buena Vista Social Club” con equipamiento de video de última tecnología, había sentido curiosidad por las posibilidades del DV. “Estaba muy interesado en el desarrollo del DV ya que da una imagen que es, ¿cómo diría?” –el DF busca la palabra correcta- “de mierda. Es una imagen de mierda. Pero quería ver qué podíamos hacer con eso para contar la historia.”
“Nunca quise utilizar pequeños trucos, como algunos hacen, para darle un “look fílmico”. Creía que era un punto de comienzo estúpido. [El video] cede demasiada profundidad de campo para parecerse al fílmico, y la imagen es mucho más rústica. Por el contrario, quise ver lo que me ofrecía esta nueva herramienta. No todo depende de la técnica y la habilidad, a pesar que creo que esas cosas son muy importantes para un Director de Fotografía. Luego de tantos años de realizar largometrajes, siempre es beneficioso ver qué se puede hacer si quitás todo el equipamiento y la técnica que uno reverencia.”
Müller sumó a Peter Hjorth, director técnico y gurú del video, para ayudarlo a él y a su equipo a trabajar con el equipamiento de video y unir los diferentes lenguajes y habilidades de ambos. El acercamiento y el vocabulario de la gente del cine y del video puede ser algo diverso, y Hjorth usualmente ofició de intérprete.
Hjorth, quien ya había trabajado con los realizadores en variedad de condiciones, recuerda sus impresiones cuando fue por primera vez confrontado por Von Trier con el plan para “Bailarina en la oscuridad”. “Fui a ver a Lars y otra gente de la producción y me dijeron: ‘Queremos rodar un musical en video digital en Cinemascope y cubrir los números musicales usando 100 cámaras al mismo tiempo.’ Mi primera respuesta a esto fue: ‘Uh-oh’”
El primer encargo de Hjorth fue resolver cómo lograr el formato 2.35:1 con las cámaras de video designadas para 16:9. ¿Sería mejor agregar bandas negras a la imagen de video para llegar al 2.35:1 durante el rodaje y subsecuentemente ampliar la imagen y “comprimirla” a un formato anamórfico en postproducción? ¿Sería más sensato rodar usando un proceso anamórfico? También, en este último caso, ¿sería esa compresión anamórfica hecha ópticamente con un lente anamórfico en las cámaras, o sería realizado electrónicamente a través del dispositivo de la imagen de la cámara?
“Rápidamente nos dimos cuenta que teníamos que lograr una solución óptica”, dice Hjorth. “Una productora como Zentropa no estaba en posición de crear nuevos chips para las cámaras. Entonces fuimos a una compañía danesa, MicroGlass, que confecciona lentes principalmente para proyectores. Les explicamos que necesitábamos 100 lentes especialmente diseñados para comprimir la imagen 16:9 de tal manera que se descomprimiera luego de realizar el transfer a fílmico en formato 2.35:1. Muy rápidamente nos hicieron un prototipo de lente, lo testeamos y funcionó, así que ordenamos el resto. Hicieron esos 100 lentes en seis semanas.”
Los requerimientos ópticos de esos lentes, explicó Hjorth, fueron menos problemáticos en esta tarea ya que las 100 cámaras usadas para este musical estarían todas fijas, y las aberraciones ópticas hubieran sido más pronunciadas si se hubiera necesitado que estas cámaras se moviesen.
La única cámara usada en todas las escenas no fantásticas –a la que nos referiremos como la cámara narradora- fue completamente otra cosa. Sería utilizada en mano por el mismo Von Trier en la mayoría de las escenas, y él quería tener la posibilidad de panear 360 grados en cualquier dirección y realizar zooms durante tomas. Para esto, una Sony DV con un chip 2/3 más grande proporcionó una mejor resolución de imagen que las 100 cámaras con los chips más chicos. Debido a esto, todas las escenas grabadas con esta cámara simplemente fueron cortadas al formato 2.35 en cámara y posteriormente comprimidas durante la grabación.
Müller testeó ambas configuraciones de cámara y descubrió que, inclusive sin ningún proceso de postproducción de imagen, la cámara con el chip menor ofrecía colores más saturados que la del chip mayor, lo que fue de gran ayuda considerando que los dos mundos debían crear una sensación diferente para el espectador. “Tenía un agradable look de verano sueco”, dijo de una de las cámaras designadas para las escenas fantásticas. “Tenían una tendencia mayor al ‘Kodachrome’ que la cámara narradora. Eso ayudó porque las escenas musicales se suponía que tenían lugar en una atmósfera diferente.”
Debido a que von Trier quería que la cámara narradora proporcionara un look sucio, casi de película hogareña, Müller esperaba tener poco que hacer en términos de iluminación. Sus tests indicaron que mientras esto era cierto, necesitaría igualmente usar algunos practicables para obtener una exposición decente. Afortunadamente, él comenzó filmando películas de bajo presupuesto donde no había lugar una iluminación compleja. “He trabajado casi sin luces cuando era necesario. Sabía que podía improvisar.” Cuando llegó el momento de comenzar el rodaje, había poco margen para el error. La producción tenía 10 semanas para rodar lo que sería un largometraje de dos horas y media con elaboradas secuencias musicales.
“Lo primero que tuve que hacer fue dejar de lado mi exposímetro”, dice Müller. La exposición se realizó principalmente mirando la imagen en un monitor; a mano siempre se encontraba un osciloscopio para dar una medida más objetiva de la exposición que estaba recibiendo la cinta. El control que se tiene al exponer una película no estaría disponible.
Para Müller, fue una manera diferente de trabajar. “Existe un índice de exposición que uno puede usar para la cámara y tomar lecturas de luz basándose en él, pero la cámara reacciona a la luz de manera diferente a la que lo hace la película, así que no significa demasiado decir que es un equivalente de, por ejemplo, 400 ASA, o lo que sea. Me di cuenta que tendría que hacer la mayor parte de mi trabajo a ojo.”
Müller también se tuvo que adaptar al hecho que tenía menos latitud en las luces altas que en las penumbras. Por supuesto, se da lo contrario al trabajar con negativo. “Es mucho más probable que uno pueda salvar en postproducción una imagen subexpuesta que una sobreexpuesta. Esto fue algo nuevo para mí. Fui teniendo menos miedo de la subexposición y más cuidado con la sobreexposición”.
El rodaje comenzó con un memorable número musical en un puente ferroviario. Con 100 cámaras, la unidad entera se posicionó fuera de cuadro o escondidos. Todas las cámaras se cablearon a un trailer con 20 monitores dentro. Las 100 cámaras podían verse en los monitores conectadas a través de cinco configuraciones de 20 cámaras cada una. A pesar que las imágenes estaban grabando imágenes “comprimidas” debido a los lentes CinemaScope, el equipo tuvo la posibilidad de ver las imágenes con las bandas negras gracias a algunos simples ajustes internos en los monitores. El director técnico Hjorth dio crédito a la cabeza del Departamento de cámara, Etvard Friif Møller, por su contribución al planeamiento y ejecución que ayudó a que la compleja toma se llevara a cabo.
Las 100 cámaras podían controlarse remotamente por medio de un sistema creado por Hjorth. De todas maneras, ajustar el diafragma requería que un equipo de 15 miembros corriera y cambiara manualmente la configuración en cada lente. “Si de repente aparecieran nubes justo antes de una toma, tendríamos a estas 15 personas corriendo hacia cada cámara para realizar los ajustes lo más rápido posible. Inclusive si esto tomara menos de un minuto por cámara, sería bastante tiempo para realizar los ajustes”, dice Hjorth.
El inusual método de rodaje significó que el proceso de realización del film fuera comprimido, al igual que las emociones relacionadas con la producción. Dice Hjorth: “Recuerdo estar sentado en una pequeña colina mientras se preparaban para la escena musical en el tren. Todo parecía una operación militar. Había tanta gente involucrada, especialmente para un proyecto danés. Teníamos más de 11 kilómetros de cable diseminado por el barro. Quería llamar por el walkie-talkie y decir, ‘Me voy’.”
En el momento en que las cámaras comenzaron a grabar, la contribución emocional de Hjorth había cambiado 180 grados. “Cuando rodábamos una escena era un éxtasis absoluto. Veíamos a Björk actuar, con la música y la coreografía, pudiendo ver en los monitores todo a la vez. En pocos minutos teníamos la escena completa. Hacia el final del primer día de rodaje, habíamos generado 68 horas de material. Obviamente, todavía había mucho trabajo para la postproducción, pero el todo estaba empezando a tomar forma inmediatamente, lo que es muy diferente de la mayoría de las tomas de largometrajes. El primer día ya había padecido todos los altibajos”, dice Hjorth.
Para las escenas narrativamente más tradicionales, Von Trier mismo operó la cámara y Müller usó practicables para proveer iluminación y clima. Dice que Catherine Deneuve fue extremadamente profesional y creativa. “Me dijo que nunca había improvisado de esa manera, pero lo hizo maravillosamente. Sabía lo que Lars quería y nunca esperó que la ilumináramos como una estrella o algo similar.”
La filmación se completó a tiempo, luego de 10 semanas. Después comenzaron los largos meses de postproducción. La corrección de color se hizo en una Digital Vision DV NR 1000 en Hocus Pocus (rebautizado Copenhagen Film Recording). “Hicimos algo así como 30 transfers diferentes para que Robby pudiera ver las diferentes maneras en que se podían manipular las imágenes”, dice Hjorth.
“Lars”, continúa, “se involucró mucho para encontrar el look correcto para los números musicales y fantásticos, y le preocupaba la sensación de profundidad de las imágenes. Debido a esto, terminamos usando dos diferentes tipos de grabadoras. Usamos CRT para grabar las escenas fantásticas. La cámara narradora empezó con mayor resolución y un mejor procesado de video, y se transfirió mejor usando el proceso de transfer de ARRI Laser.”
Müller disfrutó de los beneficios de la secundaria corrección de color, usualmente destinado a proyectos para la pantalla chica o algún largometraje con un presupuesto excepcional. “En DV era una especie de paraíso, en términos de lo que podíamos hacer. Si uno tiene video bien expuesto,” dice, “podés individualizar una cara o un elemento y aclararlo, oscurecerlo o alterar su color sin afectar nada más. Si tenés tiempo y dinero –wow- realmente podés hacer mucho.”
En primer lugar, se pasaría la imagen a cinta digital y luego a film. Realizaron tests para tratar de anticipar el efecto que tendría en la imagen final. “Uno trabaja en este formato de video digital y luego toma todo y lo somete a procesos ópticos y químicos,” explica Müller. “Estos tienen sus propias tendencias, así que hay que realizar un montón de pruebas para poder descomponer todo ello al realizar el trabajo de video.”
Como ejemplo del desarrollo de esta tecnología, Müller dice que el pasaje a fílmico es mucho más rápido ahora que cuando “Contra viento y marea” fue transferida a D1 y de vuelta a fílmico. “Usualmente veíamos la película (por “Bailarina...”) ese mismo día o al siguiente. Al hacer ‘Contra viento y marea’, tomaba algo así como 24 horas para transferir tres minutos de película.”
Viendo la película terminada, Müller dice que está orgulloso del efecto que produce en las audiencias. “No posee esa belleza formal que he tratado de poner en mucho de mi trabajo anterior, pero Lars tiene otras preocupaciones. No quiere que la imagen sea hermosa. No quiere que todo fluya de manera conjunta y suave, como en films tradicionales. Corta sobre las actuaciones inclusive si el corte es técnicamente irritante: la audiencia se acostumbra a ello en los primeros minutos y notan que el está haciendo un tipo diferente de película. Por supuesto que el guión y las actuaciones tienen que ser muy buenas en este tipo de films, y afortunadamente lo fueron en ‘Bailarina en la oscuridad’.”
“Estoy muy contento de haber tenido la oportunidad de trabajar de esta manera, pero no es lo que quisiera hacer todo el tiempo. Es como cuando filmé “Bajo el peso de la ley” (“Down by law”, Jim Jarmusch, 1986). Creía que era una oportunidad excelente, pero no quería hacer sólo películas en blanco y negro. Me gusta experimentar. Me gusta aprender. Es parte de mi vida estar despierto y ser curioso.”

Jon Silberg, enero de 2001.
Traducción y adaptación para ADF: Ezequiel García.

jueves, 2 de abril de 2009

Primera Entrega: Filmando el Apocalipsis


Filmando el Apocalipsis: el viaje de Vittorio Storaro hacia la luz y la oscuridad

“La creatividad es la única cura para la depresión”, dice Vittorio Storaro, uno de los más grandes Directores de Fotografía vivos. A juzgar por el rendimiento creativo de este pensativo DF, parece que ha estado dándole batalla a la depresión durante largo tiempo.
Con tres premios de la Academia (por “Apocalypse now”, “Rojos” y “El último emperador”) y un Reconocimiento de la Asociación Norteamericana de Directores de Fotografía, pocos DF provocan tanto respeto como esta luminaria italiana. Las repetidas colaboraciones de Storaro con Bernardo Bertolucci ("El conformista," "Último tango en Paris," "Novecento") y Carlos Saura ("Taxi," "Tango," "Flamenco") son legendarias; sus contribuciones a la historia visual del cine mundial no pueden ser medidas en palabras. Uno las tiene que ver para creerlas.
Durante una visita al Museo Guggenheim de Manhattan para descubrir escenas de la recientemente remasterizada y extendida versión de "Apocalypse Now" (que Miramax estrenó el último viernes), Storaro dio a Anthony Kaufman, de indieWire, una detallada descripción de los cambios en “Apocalypse now”, el impacto de la película en su vida, sus perspectivas filosóficas sobre la luz y la sombra, y el video digital.
Está trabajando en un proyecto editorial de 3 volúmenes titulado “Escribiendo con luz” (que hace foco en la luz, el color y los elementos). Luego pondrá su atención en un cuarto elemento, y “entender cómo visualizar esta nueva área”, dice. ¿Y cuál sería esa nueva área? “Primero déjeme entenderme a mí mismo”, agrega enigmáticamente. “Todavía no estoy preparado para hablar de ello.”

indieWIRE: Han llamado a esta versión de “Apocalypse now” remasterizada. ¿Qué es exactamente lo que está remasterizado?
Vittorio Storaro: En primer lugar, Francis pasó cerca de dos años editando la película. La razón fue que el concepto del film era tan fuerte que probablemente no estaba preparado para estrenarla. En ese momento, supongo, Francis llegó a la conclusión que la película era demasiado, así que tuvo que aferrarse al concepto principal. Era demasiado para él y demasiado para la audiencia. Así que tuvo que mantenerlo directo: están yendo río arriba y están buscando un personaje. Frederic Forest tiene una línea, “Nunca salgas del bote”. Así que, para mantener este concepto muy claro y directo, Francis debió cortar las ramas de la historia principal.
Las ramas eran básicamente dos grandes secuencias: la de la plantación francesa, que ahonda en la idea de la propiedad que esta familia francesa cree que tiene, debido a que varias generaciones han vivido en Vietnam. La otra secuencia es la del campo médico, luego de la escena de las chicas de Playboy. Luego de esta última, llegan a uno de los últimos campos estadounidenses, y todo está en el barro, que es una representación visual de lo que era la guerra de Vietnam en ese tiempo. Encuentran a un grupo de chicas de Playboy que han sido dejadas atrás, ya que el helicóptero no tiene nafta. La secuencia trata sobre cómo la imagen de deseo de 10 minutos antes está ahora en venta sólo por un barril de gasolina.
Además, hay otra secuencia que construye al personaje de Larry Fishburne al comienzo, entonces se torna más importante cuando muere. Y la otra secuencia es Marlon Brando leyéndole la revista Life al personaje de Martin Sheen. Estas son las cuatros secciones principales, aparte de algunos otros pedacitos agregados.
Y Francis decidió volver a incluir todos esos segmentos porque así ahora la película está mucho más completa –en la manera en que fue originalmente concebida. Luego Francis comenzó a editar con Walter Murch. Estaban pensando en dejar el negativo original intacto y realizar un interpositivo desde el viejo material. Pero cuando comencé a cronometrar este nuevo material –y estamos hablando de un negativo de 26 años- me di cuenta, casi llorando, que el color se estaba desvaneciendo tan rápido que sería muy difícil presentarlo a una audiencia y decir: “esta es una copia nueva”. Así que fui a Napa Valley a visitar a Francis y contarle que el negativo estaba muy viejo, y que el proceso normal no nos dejaría presentar una copia de buena calidad. Mi opinión era que la única chance que teníamos era cortar el negativo original –las nuevas secuencias con el material viejo- para así tener un sólo negativo, y un master. Pero tenían miedo de tocar el negativo original, así que le dije a Francis: “Quisiera saber sólo una cosa: en el futuro, en 10, 20, 50 o 100 años, ¿qué versión querrías que el público viera?” Y dijo: “Esta.” Así que cortamos el negativo y fue la mejor solución.
De todas maneras, tuvimos problemas con cosas muy simples como el polvo. El polvo es el enemigo. En cualquier film que no esté guardado realmente bien, el polvo entra en la emulsión y es muy complicado sacarlo. Restauramos varios rollos en CineTech en Los Angeles.
iW: ¿Cuál fue su primera reacción al verla finalmente terminada?
Storaro: Fue una gran sensación ver tanta energía y creatividad, no sólo porque fue una parte de mi propia experiencia de vida, sino porque era una pena que ese material hubiera sido dejado en la sala de edición, porque al final del día, uno quiere compartirlo con alguien, quiere expresarse.
iW: ¿Pensó que estaba viendo el trabajo de un joven Director de Fotografía?
Storaro: No, porque ya había hecho muchas cosas.
iW: Pero también ha hecho muchas cosas desde entonces.
Storaro: Cada película es parte de tu propia vida. Cada película refleja tu vida en ese período. Lo que traté de hacer fue encontrar un concepto visual particular, donde escribiría con luz ese concepto principal del film. Y usualmente, cuando termino un proyecto, siento que hice lo que era posible para mí de hacer. Hoy en día existe una gran discusión sobre la restauración de copias: los críticos dicen que no deberían ser alteradas del original. Creo que si el artista ya no está vivo, debería ser mantenida en la manera en que está, pero si todavía vive, el artista debería tener la posibilidad de continuar trabajando en sus propios proyectos. El hecho de poder reeditarla, o poder volver a tocar la banda de sonido, o volver a imprimir o agregar un poco más de azul, negro o rojo, particularmente en algunas secuencias, puede ser fantástico. Uno continúa redefiniendo su propio trabajo.
iW: ¿Qué tipo de impacto emocional tuvo en su vida el filmar “Apocalypse now”?
Storaro: Originalmente, no estaba muy contento de hacer esta película, debido a que en ese momento de mi vida estaba luchando con la confrontación entre luces y sombras. Fue un viaje desde “El conformista” hasta “Apocalypse now”. Pensé que una película sobre la guerra de Vietnam sería muy difícil de filmar como Director de Fotografía, ya que básicamente uno debe captar el evento principal: el momento en que el ejército está listo, el sol está arriba y el helicóptero está listo. Fue Francis quien me convenció de leer “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad –allí entendí que era el concepto perfecto para completar mi estudio en las relaciones entre lo consciente y lo inconsciente, entre la luz y la sombra, ya que era capaz de representar ésto visualmente, en el conflicto de culturas: el color de la tecnología, como por ejemplo el color del humo, por sobre el color de la naturaleza, como los campos de arroz, el cielo, el atardecer, o el azul del crepúsculo en la jungla. Tenés que respetar ambos. Tiene que existir una conversación entre ellos.
También fue la primera película que hice con un director extranjero. Nunca había hecho un film que no fuera en Italia. Fue el más largo, más caro, más difícil y más peligroso y, al mismo tiempo, el más hermoso. Porque no hay duda, cada película está conectada con tu vida: todos nosotros cambiábamos día a día a medida que la película iba progresando. Luego de “Apocalypse now”, sentí que debía parar. Era imposible para mí tomar otro compromiso. No me importaba. Fue tan fuerte para mí que era imposible continuar de la manera en que era antes. A menos que seas capaz de parar durante un tiempo y revitalizarte, seguís haciendo las mismas cosas. El detenerme me dió la oportunidad perfecta para hacer una especie de meditación, de análisis interno y, una vez más, convertirme en un estudiante. Hasta ese momento, me estaba expresando de una manera inocente. Así que entendí que debía comprender el significado. Tenés que entenderlo, no sólo emocionalmente, sino también racionalmente, y eso me dió la chance de comenzar de nuevo desde el principio y abrir nuevas puertas, nuevos colores.
iW: ¿Para esta nueva versión del film, fue capaz de cambiar los colores?
Storaro: No cambiar, sino empujarlos más hacia la dirección del concepto que yo originalmente poseía. De colores y densidades subiendo y bajando. El concepto principal permaneció igual. Desafortunadamente, la imagen electrónica no está todavía al mismo nivel que la copia óptica.
iW: ¿Con la película como está ahora, como usted dijo con una duración de un limitado número de años, cómo se siente con respecto al video digital?
Storaro: Es mucho peor. La imagen se degrada mucho más rápido que la película color. De hecho, hoy el material más confiable sigue siendo la película, en términos de longevidad. Es una gran confusión pensar que, si es digital, dura para siempre. Cuando el óptico sea digital, sí, pero esto todavía es electrónico. Es información digital sobre material electrónico. Lo electrónico es todavía el problema. Inclusive si está en DVD, el material mismo es peor. Es mejor que la cinta, pero todavía no es óptico. ¿Cuál es la diferencia? Cuando digo óptico, quiero decir plata. La película está hecha de plata. La plata es negra, no cambia. ¿Por qué tenemos una degradación del color? Porque en las imágenes en color, estamos quitando el negro, así nos quedamos con los colores primarios. Es por eso que las imágenes en blanco y negro duran más.
iW: ¿Qué piensa de esos realizadores que filman en video digital? ¿Y usted predijo todo ésto cuando trabajó con Coppola en video en “Golpe al corazón”, verdad?
Storaro: No, eso es otra confusión. La propuesta fue usar sólo un sistema eléctrónico, pero me negué a hacerlo, porque sabía que la tecnología era demasiado pobre. Usamos mucho de la tecnología electrónica para la preproducción y posproducción, pero al mismo tiempo mantuvimos el negativo fílmico. Pero pienso, sin duda, que esta es la dirección en que debemos ir. Porque no se puede detener a la evolución. Hicimos graffitis en cuevas, luego pintura sobre madera, luego paredes, telas, luego la película, y ahora el digital. Es parte del viaje.
El problema principal que se presenta hoy en día, a través de las compañías y de manera errónea, es que el digital es de la misma calidad que la película, lo que no es verdad. Sólo hay que mirar los números: cualquier película, como mínimo, tiene una resolución de 6k; hoy, el Cine-Alta, lo que ellos llaman Alta Definición 24 p, tiene menos de 2k, así que es un tercio de la información. En la película, desde el negro hasta el blanco, podés tener cientos de diferentes tonalidades, y en la cinta tenés un tercio. Y para el color, la película es capaz de liberar alrededor de 32 bits y, con la nueva tecnología digital, hay un máximo de 8 a 10 bits. Esto es una diferencia grande. Cuando exhiben pruebas, están mostrando fragmentos que usualmente no tienen buena luz. Y transfieren de película a video, por lo que están llevando la calidad fílmica a calidad de video, y cada proyector de video usa 8 bits. Entonces, uno no ve de dónde viene y, por supuesto, todo parece lo mismo.
iW: ¿Entonces esto es evolución o involución?
Storaro: Deberíamos usarlo. Pero debemos estar atentos. Cualquier película específica para televisión estaría bien. Si alguien me presentara algo sólo para televisión, es bueno usar la cámara de Cine-Alta, porque nunca podés leer más información que esos 2k. Para proyectos íntimos, psicológicos, de bajo presupuesto, que serán presentados en pequeñas salas de exhibición en salas multiplex, definitivamente pueden ser realizados en video digital, porque desde el principio no existe esa intención de alcanzar ese tipo de profundidad dentro del mundo visual.
Pero deberíamos ser capaces de realizar películas épicas en fílmico, como “2001”, “Lawrence de Arabia”, “Apocalypse Now” o “El último emperador”. Esos proyectos necesitan un gran lienzo, ya que el drama es también el conflicto entre algo íntimo y algo de grandeza épica.


Entrevista de Anthony Kaufman para indieWIRE (
www.indiewire.com), publicada el 8 de junio de 2001
Traducción y adaptación: Ezequiel García.